Ludopatía


El juego compulsivo


Si eres jugador y has perdido el control, que sepas que hay salida, que hay luz al final del túnel

Si eres familiar o persona allegada de un jugador que sepas que hay salida, que hay luz al final del túnel

El correcto diagnóstico y reconocer el problema es el principio de la salida.

El juego compulsivo es un grave problema para quien lo padece, es un grave problema para las personas allegadas del jugador, tanto en las primeras fases del juego en las que el jugador cree que «controla», que controla el juego, y controla el tratar de que nadie se entere de las deudas que se van acumulando, es un problema para la familia y amigos ya que no entienden el cambio de comportamiento del ser querido, del compañero o amigo.

La vida de un jugador está marcada por los secretos, la falta de comunicación, las mentiras, la manipulación, pero también el sentimiento de culpa, la desesperación por encontrar dinero para seguir jugando, siempre está la esperanza de esa jugada magistral que le reponga el dinero que ha gastado, y que su familia y a todos aquellos que debe dinero, no se enteren del dinero que falta, y en el caso que lo saben reponerlo y a ser posible compensarlos.

La intención es buena, pero la teoría equivocada, ya que el jugador siempre pierde y el juego siempre gana. Da igual lo que se llegue a ganar, el jugador compulsivo lo vuelve a apostar todo, y al final de cada jugada viene el desmoronamiento, la rabia, la frustración, la impotencia, y preguntarse qué mentira va a contar para ocultar lo que ha pasado.

Es una escalada que va a más, se empieza jugando o apostando unas monedas y se puede acabar perdiendo el sueldo entero, los ahorros propios y los de la familia. Se pierde el dinero propio y ajeno, prestado o simplemente conseguido de una forma u otra, todo lo material se pierde hasta el trabajo y la vivienda. Se pierden amigos, la pareja y la familia. Se pierde la autoestima, los proyectos de futuro. Solo queda la necesidad de sacar dinero de debajo de las piedras para seguir jugando y apostando.

Salir de la espiral.

Esta espiral de caos que engulle como un agujero negro la vida, los recursos y la esperanza del jugador y de su familia, tiene una fuente de alimentación: los secretos y falta de comunicación sincera. Aquí tenemos una pista de donde esta la llave para abrir la puerta de salida.

La familia tiene que estar alerta para detectar las primeras señales de la adicción:

Se pierde comunicación, o la que hay es forzada, aparecen las primeras medio verdades y mentiras. La economía se resiente por supuestos e incesantes gastos imprevistos. Supuestos gastos imprevistos que se comen sueldos, ahorros, préstamos y cualquier fuente de ingresos o bien material.

Ante la primera señal de alarma solo cabe una medida:

Comunicación y que se justifiquen con facturas todos los gastos, y ante todo no pagar nada que no esté justificado y documentado.

La comunicación ha de ser sincera, y libre de juicios y reproches. Estamos ante una enfermedad, una adicción, la ludopatía, y ante un enfermo, un ser que se merece ser ayudado con las herramientas adecuadas.

Un adicto a algo es alguien atrapado en una rutina destructiva de la que es incapaz de salir por sus propios medios. Pero al mismo tiempo no puede ser ayudado hasta que el adicto esté decididamente convencido de dejar atrás esa rutina destructiva.

Su vida es una lucha interna, por un lado el inmenso poder de atracción de la adicción, un canto de sirenas que lo evade de la realidad y sus consecuencias, por otro la sensación de fracaso cuando termina el fugaz momento de evasión, en este caso el juego. El poder de atracción de la adicción es de tal magnitud que lo que mejor funciona es la meta de control de 24 horas. Cada mañana dar la espalda a la atracción el día entero, y así cada día

Los reproches solo sirven para empujarlo más al abismo, el reproche, la acusación  y la culpa que le podamos decir y transmitir es poca en comparación a la que sienten ellos mismos en cada momento y aun más después de jugar, por eso se muestran esquivos y poco comunicativos.

La comunicación es la llave que abre la puerta, que rompe los muros de ocultación y culpa en los que mal viven atrapados en el jugado

Comunicarse en la medida de lo posible con alguien que haya padecido el problema, el escenario ideal es reunirse periódicamente con ex jugadores.

Aunque un familiar o un profesional de la psicología pueda decir lo mismo que un ex jugador, en realidad no es lo mismo, una parte del lenguaje no verbal emana de la experiencia vivida en primera persona.

Buscar ayuda en las asociaciones de ex jugadores de tu ciudad, puede que algunos grupos no se reúnan desde hace tiempo, tal vez estén esperando alguien nuevo para volver a activarse, y si no las encuentras busca a ex jugadores que llevan bastante tiempo sin jugar, hablar, compartir experiencias.

No podemos olvidar que la salida a cualquier adicción parte de reconocer que hay un problema que nos perjudica y que estamos decididos en solucionar el problema, en salir de la adicción, y recuperar nuestra vida, nuestra libertad y dignidad.

Darnos cuenta que las adicciones se enlazan unas a otras, que llegamos a una por salir de otra, estamos enganchados al ritual de depender de algo, drogas, alcohol, juego, sexo o cualquier cosa que nos evade de los problemas cotidianos gracias a un ritual repetitivo, pero que en realidad nos quita tiempo, libertad y nos secuestra la voluntad y la autoestima. Todos de alguna forma o grado estamos enganchados a algún ritual o cosa, somos adictos compulsivos en potencia, seguro que hay algo que si nos falta en su dosis diaria nos da vértigo solo de pensarlo. Como en todo, el problema viene con los excesos y la falta de control.

La adicción compulsiva, en este caso el juego es muy destructiva, en recursos, en autoestima, en relaciones sociales.

Tocar fondo

Se nos dice que hay que tocar fondo para salir, pero en el juego parece que hay muchos fondos, cuántas veces hemos dicho «esta vez es la última», y no ha sido la última… 
Tocas fondo cada vez que se ha perdido dinero que era para pagos importantes, alquiler, comida..
Tocas fondo cada vez que un amigo, familiar o la familia entera se aleja de nosotros, hartos de mentiras y manipulación, pero sobre todo cargados de sentimiento de impotencia por no poder ayudar.

Tocas fondo cada vez que hemos dormido en la calle al perderlo todo.
Cada vez era tocar fondo, y cada nueva oportunidad que se nos ofrecían volvíamos a caer, volvíamos a decepcionar y a decepcionarnos.

Pero en algún momento hay que romper las cadenas, romper la inercia de dejarse llevar por los impulsos.
Decir basta, mirar el problema de frente, y tratar de hablar con alguien. Con alguien que pasó un problema similar. Y con la familia y amigos, tal vez pienses que no querrán escucharte, que hace años no sabes nada de ellos, y tal vez no quieran volver a saber de ti. Lo que hay una cosa cierta es que no querrán saber nada de más mentiras y manipulación.
Si existe esperanza en recuperar tu vida social y familiar, es con la decisión de no mentir más. Puede que quede alguien observando desde la distancia y esperando a que te rindas del todo para poder acercarse a ti. Mientras no salgas de la inercia de la adicción eres un destructor de recursos y esperanzas, habrá gente que te ama, pero se ha alejado por impotencia por no poder ayudarte y para protegerse de alguien que destruye sin control.

Es cierto que el reto es grande, que las cadenas que hay que romper son muy pesadas, las inercias de años que cambiar son como cambiar cauces de grandes ríos.
Y la capacidad de compromiso y voluntad es prácticamente nula, por eso hay que ponerse metas asequibles, metas de 24 horas

Objetivo 24 horas

24 horas para no jugar es la meta de todos los días, cada día que empieza, trabajar para no jugar, ni mentir, ni caer en otra adicción en 24 horas.

Estamos ante una enfermedad que no se cura, es importante tenerlo en cuenta para no bajar la guardia, tanto el jugador a la hora de evitar tentaciones, como la familia en su misión de vigilar la economía, gastos e ingresos, ya que tienden a ocultar ingresos para poder jugar, y pedir parte de la nómina en metálico.

Mantener el objetivo de 24 horas sin juego cada día
Alejarse de tentaciones, cualquier tipo de apuesta en que la mente queda a la expectativa de ganar o perder, puede ser el detonante que provoque una recaída, aunque hayan pasado años si jugar.

Alejarse de ‘qué nos apostamos…’,  «cara o cruz»,  etc. 


No es un problema menor

Es importante que la sociedad tome conciencia de la gravedad de la adicción al juego, al ser un problema que vive gracias al caldo de cultivo de los secretos que envuelve al jugador. Cuando se destapa la familia sigue con la misma dinámica y lo sufre en silencio.

Es difícil hacer estadísticas, pero cuando te mueves en esta problemática puedes ver que lo sufre mucha más gente de lo imaginable.
Que pocas familias en mayor o menor medida están libres de este problema.

Es cierto que todos podemos presumir de cierto gasto mensual en loterías, juegos y apuestas, que llevamos años con ese gasto fijo y nunca nos pasamos, ni ponemos en peligro la economía familiar. Es esa línea de control que hay que vigilar.

Desde el punto de vista del jugador:

Vigilar que el ritual de dedicar unas monedas al juego, no se convierta en una necesidad vital. Que lo que empieza con una necesidad puede terminar con una prioridad por encima de la propia comida o techo, llega un punto que te puedes gastar la comida de tus hijos y la propia. Y esto ocurre a mucha más gente de lo creemos.

Desde la familia:

1 –  Vigilar que el control del presupuesto familiar se mantiene, si empiezan a surgir gastos imprevistos, es hora de vigilar de cerca, y pedir facturas.

2 –  Si añadimos cambios de comportamiento como el mostrarse esquivos, evitar la comunicación, explicaciones que no cuadran con los hechos. Volver al punto uno y vigilar los gastos.

3 –  No pagar las deudas del juego, si las pagamos volverá a jugar, añadiremos velocidad a la espiral de jugar y destruir los recursos y ahorros de la familia.

No pagar para salvar la economía familiar, no pagar para que trate de ser consciente de su responsabilidad con su deuda. Al fin y al cabo quien presta ha de saber a quien presta, un prestamista que sabe que la familia se hace cargo de la deuda de un jugador tiene el negocio del siglo. Hay que romper esa inercia. Buena parte de los microcréditos de usura están pensados para vivir a costa de las familias de los jugadores.

——————————————————————————————-
Mirar hacia delante para buscar soluciones, cómo gestionar el problema,
Mirar al pasado para no repetir errores, pero no anclarse en él, en el daño, en el dolor, en el reproche. El dolor nos puede impedir vivir momentos buenos de la vida, y nos puede impedir ver las soluciones a las dificultades 
Es fácil acusar a un jugador compulsivo de muchas cosas, el juego compulsivo y la mentira compulsiva van de la mano. Se miente tanto que ya no queda nada de verdad. Se miente tanto que la verdad les parece aburrida. Que lo que importa no son los hechos, sino los adornos, fantasía y glamour que le ponen. La manipulación es sistemática y sin escrúpulos. Falta de empatía y sentimientos al arrasar y arruinar todas las veces que pueda la economía familiar y de quien se deje. Mil veces han arruinado la confianza y la esperanza. Miles de veces han defraudado.

Pero en el fondo sabemos que el ser querido que un día amamos sigue ahí, luchando para vencer su problema.

También es bueno para la familia reunirse con familiares de jugadores, compartir experiencias ayuda, compartir claves para sobrellevar el problema.

El jugador tiene que superar su adicción, su atracción fatal a cinco minutos de evasión y placer, y tomar conciencia que esos mismos le destruyen su autoestima, su libertad y su futuro.

La familia tiene que aprender a llevar el problema de convivir con una persona sin voluntad, sin autoestima, sin libertad, sin futuro si la familia le abandona.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Adicción

Artículo anterior

Cómo actuar:
Blog

Siguiente artículo

Reconectar con los sentidos